Hay que cruzar el puente hacía el otro lado, y a veces, eso da un poco de miedo. Acabas de visitar un lado, y te propones explorar el otro, con la poca valentía que siempre has tenido, coges fuerzas, y te avias con la mochila de gratos momentos alojados en tu espalda, que amortiguarán el golpe si caes hacía atrás.
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