Una tarde de esas, haciendo un descansillo para desestresarse del duro trabajo rutinario, un buen amigo y yo, jugando a un juego nos inventamos un monton de frases, de esas divertidas, o de las que te acarician el corazón. una de ellas es esta, la cual he querido acompañar con una pequeña ilustración.
Aquella señora con chanchas fucsias de esparto tibetano, canta por bulerías
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