Después de mes y medio, de estrés, noches sin dormir, canciones de campamento, risas, llantos, superaciones, palabras amables, broncas sin sentido, convivencia, veladas, horas de piscina, botes de pintura, inocencia, voces afónicas, abrazos necesitados, niños favoritos, gente increíble, gente no creíble, días, horas, minutos, tardes, actividades, búsquedas, calentamientos, olimpiadas, saunas, pancartas, conversaciones, dibujos, helados, cervezas, reuniones, anécdotas, sonrisas de niños, manuales, macarrones, tostadas, ánimo, clausuras, literas… poco a poco vuelvo al mundo real.
No vuelvas al mundo real, no es agradable. Hay más sitios a los que puedes ir que, como el lugar del que vienes, estan en otra dimension, y puedes crear tus reglas, llenarlo de cosas bonitas, de grandes amigos y sensaciones indescriptibles, lugares que nada tienen que ver con el mundo real. La vida está llena de esos lugares, no solo los veranos. Descúbrelos, recupéralos.
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