ALCOHOLES QUE MATAN
Vivió sin medida. Miraba al futuro a través del fondo del
vaso y soñaba cada noche desde la cama de todas las que decían que sí sin un
cómo te llamas. No le importó quién le sirviese el penúltimo trago ni quién le
pagase la cuenta del bar. Nunca miraba a los ojos. Vivió sin pensar, pero vivió
sin dolor.
Hasta que despertó en mitad de la peor resaca que jamás
vomitó. Y conoció a su conciencia que tenía voz de mujer. Y descubrió al hombre
que habitaba en el piso de arriba de la tasca de siempre.
Aprendió que el whisky era malo, y dejó de beber.
Conoció a su amor verdadero, y dejó de pecar.
Y él, que vivió sin pensar, pero vivió sin dolor, pensó que
el dolor era el precio a pagar por vivir sin vivir.
Años y años, con salud de hierro y la conciencia tranquila.
Hasta que un día, al pasar al lado del café “Paraíso”, vio a una hermosa mujer
sostener una copa, vio aquel beso tostado de ron, aroma de libido y limón. ¡El
pobre diablo! murió atragantado con su propia saliva.
Trazos y trozos XVII
"Alcoholes que matan"
texto: Álvaro Chico Gómez
ilustración: Marta Jiménez Martín
Quien no practica sexo, no bebe, no fuma, generalmente vive mas.... Pero, ¿para que? He dicho.
ResponderEliminarMe gusta!!:D
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